El coche del futuro
El coche del futuro no necesita que lo conduzcan. Ni que lo aparquen. Habla con sus compañeros de carretera y se entera de dónde queda el hueco más cercano al destino y también del camino más corto y descongestionado para llegar a él. El coche del futuro no necesita de volante, puede ser un salón en el que los pasajeros miran a cualquier parte menos a la carretera. El coche del futuro es ahorrador, busca la frenada óptima cuando sus sensores detectan a doscientos metros que el semáforo más cercano ha quedado en rojo. Y el coche del futuro conduce seguro. Pero el coche del futuro es también parte del Internet de las cosas. Y eso significa que asume todos los riesgos online con una diferencia clara con respecto a un ordenador: una computadora no puede provocar un accidente en la carretera.
Los retos a los que se enfrenta la industria automovilística en su entrada en la red son inéditos. Pero las razones para enfrentarlos en una industria en los que cada paso a un mercado incierto se pisa con pies de plomo son los propios consumidores. Informes como Sociedad de la información en España 2014 de Telefónica o el Estudio anual de coches conectados de IAB (asociación que representa al sector español de la publicidad digital) señalan que ni relojes inteligentes ni neveras online seducen tanto la mente del comprador como el coche. “Comprobamos que el consumidor más joven demandaba tener las mismas funcionalidades que le da el móvil en el coche. Y además la conexión a Internet es una primera condición imprescindible para los coches autotripulados o con una asistencia de conducción avanzada”, explica Volkmar Tanneberger (Preetz, Alemania, 1963) jefe de electrónica de Volkswagen.
Pero también es una puerta a nuevos problemas. El pasado 6 de febrero, Ed Markey, senador de Massachussets, desvelaba un informe sobre los automóviles conectados —con el estudio de 16 marcas entre las que se encontraban Volkswagen, Volvo, BMW o Toyota— con una conclusión inquietante: la implantación del online por parte de los fabricantes es masiva, pero los protocolos de seguridad van muy por detrás de lo que deberían. “Los conductores han aprendido a confiar en estas nuevas tecnologías, pero desgraciadamente los fabricantes no han hecho lo suficiente para protegernos de los ciberataques o de la invasión de la privacidad. A pesar de que estamos más conectados que nunca en nuestros coches y camiones , nuestra tecnología y nuestros permanecen en gran medida sin protección”, declaró Markey a tenor del estudio. El estudio describe el riesgo de hackeodel coche en múltiples aspectos: acelerar, girar, anular los frenos o modificar las mediciones de los indicadores del salpicadero a voluntad del pirata informático.